lunes, 12 de julio de 2010

Institución escolar y subjetividad

Carina Kaplan[1] / Victoria González[2]

Este trabajo abordará el resurgimiento y difusión de las ideologías darwinistas conformando así contextos de alta selectividad y exclusión social educativa. Nos centraremos en el papel de la institución educativa y en los discursos que a ella la atraviesan pues la apropiación de estos puede y de hecho lo hace, contribuir a fortalecer el círculo de la exclusión. Pero pueden, comportarse también, como democráticos y ayudar a la construcción de procesos de subjetivación positivos y de elevación de la autoestima, en particular en los sectores excluidos, formar subjetividades para la construcción de una sociedad más justa e igualitaria.

La última década

La caída del Estado de Bienestar y los cambios producidos en las relaciones de producción agilizaron el advenimiento y la aplicación de las ideas neoliberales y neoconservadoras a través de una continua resignificación de las pautas culturales de la sociedad. Este nuevo sentido social y aluvión ideológico de neoliberalismo dieron lugar a la profundización de la penetrante crisis que, desde la década del 70 (comienzo lento del desmantelamiento del Estado de Bienestar y el agotamiento y derrumbe del modelo de producción fordista), atraviesa a nuestra sociedad caracterizada por empobrecimiento y la creciente desigualdad social, la distribución regresiva del ingreso resultado, en gran parte, de la cada vez mayor concentración del mismo, la constante falta de empleos y la consecuente fragmentación y marginación social.

En consecuencia la última década significó para la Argentina una etapa de profundas transformaciones tanto en materia política y económica como social. Como ya señalamos, durante los 90 se consolidó la reestructuración económica en el marco de las políticas neoliberales originadas ya desde 1974[3]. Se observa un nuevo ciclo recesivo que se caracteriza por la reducción del consumo y de la producción, altos índices de desocupación, expansión del déficit fiscal, entre otros fenómenos. Así, la pobreza y su expresión más acuciante, la indigencia, se convirtieron en parte de nuestras vidas cotidianas.

Aún así este fenómeno de pobreza tiene diferentes maneras de manifestarse. Por un lado, tenemos aquellos colectivos sociales que se encuentran en los márgenes del sistema y, por el otro, a aquellos sectores medios y medios bajos que han ido transitando por el camino del empobrecimiento. Actualmente, la pobreza abarca no sólo los “estratos bajos”, sino también a gran parte de los “estratos medios”. Así, se puede identificar una expansión de la base social de los sectores desempleados abarcando también a las clases medias.

La conjunción de estas características nos permite entender la conformación e instalación en el espacio social de los nuevos movimientos sociales. Específicamente de los movimientos de desocupados o de piqueteros surgidos a mediados de la década del 90 al calor de las reformas del Estado y la creciente desocupación.

El resurgir del darwinismo social

Desde la década del 70 nos encontramos presenciado la difusión e instalación del pensamiento liberal en todos los ámbitos sociales.

Específicamente desde la década del 90, en contexto de intensas reformas, este pensamiento se emplaza como única posibilidad y, en consecuencia, se construye un ámbito de legitimación a su alrededor. Esta situación sobreviene por la constante naturalización de las ideas neoliberales, es decir por la presencia de ellas en el sentido común y la instalación en los discursos cotidianos de los sujetos. Se manifiesta así la dimensión que ha adquirido el proyecto ideológico neoliberal en la construcción y difusión de un nuevo sentido común mediante la instalación de un cuerpo de ideas y valores. En palabras de Bourdieu (1999), esto es consecuencia la existencia de un trabajo constante de inculcación simbólica donde participan difusores internacionales, como el Banco Mundial o el FMI, algunos periodistas e intelectuales de manera activa y los simples ciudadanos en forma pasiva. El neoliberalismo entonces, se presenta bajo la apariencia de lo inevitable mediante un léxico común que nos invade configurando parte del sentido común de los actores sociales.

Por lo tanto, la característica fundamental que posee el pensamiento neoliberal es la capacidad de transformarse en pensamiento único y convertirse, mediante un lento y silencioso proceso, en parte constitutiva y fundamental de nuestros discursos cotidianos y de nuestros saberes comunes. Esto no es otra cosa que la construcción y conformación de un nuevo marco simbólico cultural, es decir un nuevo orden cultural hegemónico.

De esta forma, el culto al individuo y al individualismo arraigado en los discursos sociales deposita las responsabilidades tanto del éxito como del fracaso sobre los individuos y no sobre el orden social. Esto no es otra cosa que el retorno del pensamiento liberal vinculado al neodarwinismo social como principal vehículo justificador de las desigualdades sociales. Así en contextos de progresivos procesos de exclusión social y económica, se produce un regreso a la vieja idea liberal sobre la responsabilidad individual. En este sentido las tesis vinculadas al neodarwinismo social reformulan la competencia, retornan y vuelcan las responsabilidades sobre los individuos (Bourdieu, 1999; Sennett, 2000).

Esta tesis se cimientan en entender y explicar la existencia de individuos ganadores y perdedores en base a su propia en base a su propia capacidad individual por fuera de todo proceso social. Son “los mejores y los más brillantes” los que triunfan retornando así la visión meritocrática de que quien llega es en realidad quien tiene las condiciones naturales para hacerlo. Así las tesis individualistas y meritocráticas vuelve a recobrar fuerzas.

El neodarwinismo social y la institución escolar

Es interesante observar como históricamente el campo educativo no queda por fuera de estos principios pues los discursos sociales deterministas son anteriores en el tiempo a la constitución de los sistemas educativos modernos. Sin embargo, su fuerza simbólica adquiere mayor relevancia a partir de la existencia de la escuela moderna. Siendo que ésta se convierte en el reducto principal para la difusión de la ideología de los talentos naturales y, a su vez, en el dispositivo principal para la asignación y distribución del mérito en la carrera social (Karabel & Halsey, 1976).

Precisamente por esto no ha de sorprendernos el resurgimiento y difusión de las ideologías meritocráticas en contextos de alta selectividad y exclusión social y educativa. Justamente, este trabajo aportará a la comprensión del alcance que estas argumentaciones deterministas, muchas veces ancladas en los discursos docentes, inciden en la conformación de la subjetividad de los alumnos y, sobre todo, en la construcción de los diferenciales trayectos educativos. Nos centraremos en el papel de la institución educativa, en la democratización de la escuela pues las prácticas que dentro de ella se generan si bien pueden asumirse como reproductoras del círculo de la exclusión pueden, comportarse también, como democráticas y contribuir a procesos de subjetivación positivos y de elevación de la autoestima, en particular en los sectores excluidos. Lo cierto es que, lejos de democratizarse, el sistema educativo se fragmentó aún más. En este sentido el retorno de argumentos deterministas y meritocráticos se vincula a la necesidad de explicar tanto fracaso. Los alumnos pasan a ser tratados como pobres, lo cual cambia la concepción del sujeto alumno, estigmatizando a los sectores populares. Aún así preguntarnos y desnaturalizar porqué en un contexto de creciente pobreza y exclusión se diseminan con cierto grado de consenso los argumentos deterministas y cómo la pobreza como atributo se transforma en lo que Goffman denomina estigma[4] es nuestra propuesta.

Desde lo educativo, el discurso neodarwinista explica las diferencias en los resultados educativos desde argumentos deterministas biologisista, es decir desde la naturaleza de cada individuo. Así, en el ámbito escolar el pensamiento neoliberal propone renovadas operaciones discursivas y prácticas discriminatorias por medio de las cuales la ideología de la meritocracia se ve reforzada a través de mecanismos más sutiles, más eufemísticos.

En este sentido estamos en condiciones de afirmar que de ningún modo el darwinismo social se ha extinguido, particularmente en espacio educativo. De formas más o menos sutiles, revestidos de eufemismos seductores, se encuentran viejas formas de los racismos biológico y cultural operando a través de nuevos modos de funcionamiento o renovando prácticas discursivas de matriz exclusora que tornan poco transparentes sus vínculos con el pasado.

Ante esta abrumadora situación es necesario preguntarnos por el rol que la escuela asume o decide asumir. Hacerle preguntas a la escuela y a sus diversos actores en contexto de inmensa pobreza y desarrollo y consolidación de los movimientos sociales como nueva expresión política es el nuevo reto, fundamentalmente porque estos nuevos actores están desafiando a la escuela. Si hoy el desafío consiste en igualar las condiciones de acceso y permanencia en la escuela ¿qué rol debe asumir institución escolar ante estas reforzadas configuraciones? ¿Retomar y hacer suyo el discurso neoliberal concuerda con la construcción de educación más democrática? O ¿será posible comenzar a construir discursos y espacios de acción contra hegemónicos para extender la contribución al desafío?

Conclusiones

Es fundamental entender el contexto de retorno de este tipo de discursos que contribuyen a reproducir ciertos elementos característicos de la exclusión y la pobreza, particularmente en el espacio escolar. Aquí, es necesario destacar como central la participación de los docentes en la construcción de otro tipo de discursos, ni clasificatorios ni condenatorios, que podrían contribuir y funcionar como enérgicas herramientas en el intento de revertir la actual matriz exclusota posibilitando la construcción de procesos de subjetivación positivos.

El rol docente en la construcción contra hegemónica se posiciona como un factor clave en la democratización escolar. Una vez más interpelar a la escuela y a su compleja red de actores se vuelve necesario si queremos construir una sociedad y una educación más democrática.

Bibliografía

BOURDIEU, P (1997) Razones Prácticas. Sobre la teoría de la acción. Anagrama, Barcelona.

---------------- (1990) El racismo de la inteligencia, en Sociología y cultura. Grijalbo, México

---------------- (1999) Contrafuegos. Reflexiones para servir a la resistencia contra la invasión neoliberal. Anagrama, Barcelona.

CASTORINA, J.A y KAPLAN, C. (1997). Representaciones sociales y trayectorias educativas. Una relación problemática en: Revista Educacao & Realidades, V 22, Nº 2, jul – dic 1997, Porto Alegre.

CASTORINA, J.A. y KAPLAN, C. (2003) Las representaciones sociales: problemas teóricos y desafíos educativos, en CASTORINA, J.A. (comp.), Representaciones sociales. Problemas teóricos y conocimientos infantiles. Gedisa, España.

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GOULD, S. (1997) La falsa medida del hombre, Grijalbo, Barcelona.

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----------------- (1992) Buenos y malos alumnos: descripciones que predicen. Aique, Buenos Aires.

KAPLAN, C. (2003) Tesis de Doctorado, mimeo, Buenos Aires.

--------------- y FERRERO, F. (2003) La “Marca de Caín” o el regreso de las explicaciones deterministas a los discursos escolares bajo la impronta de la ideología liberal, mimeo, Buenos Aires.

KARABEL, J & HALSEY, H. La investigación educativa: una revisión e interpretación, en KARABEL, J. & HALSEY, H. (comp.) (1976) Poder e Ideología en educación. Oxford University Press. Nueva York. Traducción de Jorge Vatalas, UPN, México.

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NOCHTEFF, N., GÚLLEN, N. y LASCANO, V (2003) Distribución del ingreso, empleo y salarios. Instituto de Estudios y Formación, CTA.

SENNETT, R. (2000) La corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo. Anagrama, España.

VOMMARO, P (2004) Trabajo y Movimientos Sociales en la Argentina contemporánea: una aproximación a los procesos de construcción de las subjetividades, las identidades y las prácticas sociales. Investigación CLACSO, mimeo, Buenos Aires.

Notas



[1] Profesora concursada en Sociología de la Educación e Investigadora en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad Nacional de La Plata, Master en Ciencias Sociales con mención en Educación por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales. Doctoranda con total de créditos aprobados en la Universidad de Buenos Aires.

[2] Licenciada en Sociología (UNLP), Maestranda en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales.

[3] Esta transformaciones tuvieron orientadas desde lo económico a la venta o liquidación de las empresas que tenía a su cargo el Estado, desde lo social a contraer la participación de éste en los servicios de salud y educación, por ejemplo a través de diferentes políticas de descentralización de los mismos y del intento o efectivización del control o de la reducción del gasto público, sobre todo en el área educativa, considerada, según lineamientos de organismos internacionales, orientada a las clases medias y, por lo tanto, perjudicial a los sectores de bajos ingresos. En cuanto al mercado de trabajo, las políticas desarrolladas, apuntaban, y lo siguen haciendo, a la reducción de la fuerte protección laboral con la que contaban los trabajadores, a limitar el poder sindical y descentralizar la negociación colectiva para establecer un mercado desregulado y más competitivo.

[4] En su libro Estigma. La identidad deteriorada, el sociólogo Goffman (1989) observa como a lo largo de la historia las sociedades establecen distintos mecanismos a través de los cuales se categoriza a las personas, estableciendo aquellos atributos que se perciben como normales y naturales para cada una de ellas; y cómo esos atributos se transforman en expectativas normativas. A partir de la consolidación de estos atributos, cuando nos encontramos con alguna persona desconocida, podemos ubicarla en determinada categoría y esperar de ella que se comporte consecuentemente. Un atributo se traduce en un estigma cuando él produce en los demás descrédito amplio. De esta forma, en todas las sociedades se asiste a procesos de estigmatización a través de los cuales, ciertas características se presentan como indeseables; produciendo en la mayoría de los casos, situaciones de discriminación y diferenciación social. Así, se construye una teoría “racional” del estigma a través de la cual se explica la superioridad – inferioridad.

1 comentario:

  1. Hola, coincido totalmente, porque en estos escenarios donde nos movemos permanentemente y donde se habla tanto de la igualdad, es un doble discurso, el de la desigualdad....

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