jueves, 7 de octubre de 2010

Normatividad y libertad en la acción humana. Un recorrido por el escenario de la Didáctica.

Normatividad y libertad en la acción humana. Un recorrido por el escenario de la Didáctica.

Entrevista a la profesora María Saleme de Burnichon

Esta entrevista, centrada en el problema de la relación entre normatividad de la acción y la libertad en el campo de la Didáctica, fue realizada en la ciudad de Paraná, un día después del atentado a las Torres Gemelas en Nueva York. Las palabras vertidas aquí por la profesora María Saleme, no desconocen este hecho que vislumbra como un cambio en el orden mundial. Sus palabras invitan a una reflexión muchas veces soslayada en la Didáctica, referida a la búsqueda de un nuevo orden para las relaciones humanas. La mirada que descubre en las propuestas de enseñanza su dimensión antropológica, política y ética permite reconocer al mismo tiempo un modo de organización social que nos constituye.

María Saleme es docente y didacta con una vasta trayectoria en nuestro país y en el extranjero. Nació en Tucumán y en el presente vive en la ciudad de Córdoba. Allí está a cargo de la dirección del Centro de Investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. María es profesora universitaria de Filosofía y Pedagogía formada por Rodolfo Mondolfo, Silvio Frondizi y Lorenzo Luzuriaga, entre otros. Produnda conocedora de autores clásicos del campo didáctico, e esta entrevista es capaz de desentrañar y remover las relaciones entre la norma y la libertad que en aquel se han establecido.

La entrevista fue realizada por María del Carmen Castell, profesora de Didáctica I e Investigadora en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Entre Ríos.

- Podríamos decir que la Didáctica surge apegada a la idea de que la sujeción de las conductas es garantía de libertad ¿Cómo se construye la normatividad de la acción en los orígenes del campo y qué efectos tuvo en las acciones didácticas dicha construcción?

Creo que la Didáctica ha tenido un camino fácil para construirse a sí misma. Y en ese camino lo que vio primordialmente fue la normatividad. Desde la normatividad, es decir, desde cómo el sujeto cumple con lo que debe cumplir para ser un sujeto social, ha organizado todas las relaciones. Es evidente que eso, en este momento, se está resquebrajando y estimo que la Didáctica ya no puede pensar que seguirá construyendo la normatividad de ese modo, puesto que el mundo y la cultura se apoyan más en lo probable que en la seguridad del imperativo.

- ¿Qué instancias de ruptura usted reconoce en el campo a lo largo de su historia? ¿Cuándo y quiénes, a su juicio, plantearon nuevos modos de relacionar la norma, la acción y la libertad en la enseñanza?

Pienso que ha habido pocas rupturas, justamente porque la Didáctica no ha sabido organizarse sobra la ruptura misma.

Si hablamos de ruptura, por ejemplo, la primera se da con Rousseau cuando él habla de de la libertad del sujeto. A partir de allí en la Didáctica se plantea que el sujeto puede tener libertad, siempre y cuando reconozca el imperio de la norma.

- ¿De qué manera?

En cuanto reconoce la validez de la ley. Más tarde, acontece una ruptura con Pestalozzi, cuando él se dirige al ser humano, cuando piensa en el ser humano como el ser desposeído, el que llamaríamos “el chico de la calle”. Pestalozzi mira para ese lado y se pregunta: ¿qué le ofrece la educación a este niño? Él entiende que le ofrece poco y nada. Sin embargo piensa que no es “facilitando” la educación –en el sentido de hacerla más fácil, más ligera- sino haciéndola más accesible a chicos para quienes el lenguaje es ya una negación. Con ello se permite ejercer un cambio en la Didáctica de ciento ochenta grados, pues la pone ante el problema de tener que ordenar los conocimientos de una manera distinta, sin bajarlos a la simplicidad. Por otra parte, con Pestalozzi entra en escena la mujer que no aparecía hasta esos momentos como ser educable.

A un tercer momento, lo plantea Montessori. Teóricamente lo propondrá Dewey con mucha fuerza, pero orgánica y prácticamente es Montessori quien lo formula. También aquí la presencia del negado socialmente es muy fuerte, como ya lo había sido desde la época de Pestalozzi. Con María Montessori este juego cobra una figura principal. Ella piensa que todos esos chicos –que están dando vueltas alrededor de las fábricas donde sus padres trabajan 12 y 15 horas- están habilitados para aprender y no aprenden. Esta educadora piensa que no hay una única manera, un único camino para el aprendizaje. Estima que uno de los caminos es la mano; el chico aprende haciendo cosas y al hacer cosas va teorizando sobre lo que hace, lo que es un mero pragmatismo. Por eso considero que también Dewey tiene mucha importancia porque a esto lo tuvo en cuenta, en el sentido de que detrás de toda práctica hay una teoría, se conozca o no se conozca su origen.

- A pesar de esta apreciación que usted hace del pragmatismo, es frecuente encontrar en ciertos análisis didácticos una confusión entre pragmatismo e instrumentalismo. En muchas ocasiones se toman como sinónimos…

Es cierto eso. ¿Qué significación tiene el pragmatismo? Al pragmatismo se lo ha tomado, e la mitad del siglo XIX y pasada la mitad del XX, como una teoría muy válida para la educación. Pero no es instrumentalismo, porque el pragmatismo, sencillamente es un modo de definir el mundo, en tanto el instrumentalismo es una manera de manejar el mundo. Manejarlo con la eficacia que significa el tener entre manos un instrumento que te de la respuesta que uno necesita.

No siempre – y aquí un poco revalorizo el pragmatismo- el pragmatismo tiene soluciones. Las soluciones implican siempre la respuesta. Es una necesidad de no problematizar el mundo o problematizarse con el mundo (como está pasando en este momento). Esta es una necesidad, pero es una necesidad de corto alcance, porque llega un momento en que los problemas superan la estabilidad propia del instrumentalismo; y en esto se queda sin respuestas; que es lo que ha pasado. El instrumentalismo “siempre busca resultados”, siempre y cuando se utilicen los instrumentos necesarios. En este sentido, un instrumento muy trabajado dentro de la práctica docente, por ejemplo, es el metodológico. A veces, éste se convierte en la sola o la única manera de mantener una relación en el proceso educativo.

- Continuando con las confusiones que aparecen en las conceptualizaciones del campo ¿Qué nos puede decir acerca de las que se dan con los conceptos de normatividad y de prescripción de la acción?

No sé si hay una confusión porque las definiciones son bastante débiles, es decir, no son exactas…Más bien creo que allí se está lindando con el campo de lo que no se sabe. La prescripción implica suponer un límite a la acción; la normatividad implica decidir qué acción o qué acciones son las válidas. Entre poner un límite y decidir cuáles son las válidas, no se pensó que hay que hacer una definición intermedia. Entonces, sostengo que más que una confusión, existe un no saber.

- ¿Y respecto a la definición de lo que es válido como norma de la acción?...

Pero ahí faltan criterios. Además, ¿qué es lo válido?

- En efecto, desde allí, ¿cómo se ha determinado qué es lo válido para normar la acción a lo largo de la conformación del campo didáctico? En esa trayectoria, ¿qué recurrencias pueden encontrarse?

La Didáctica ha sido muy renuente a reconocer los cambios. Y cuando me preguntas cuál es el origen del cambio, te digo que –empleando palabras de Edgar Morin sobre la complejidad de la acción- pienso en la complejidad. Cada vez las situaciones son más complejas, lo cual no es solamente una decisión de que así sean. Sin embargo la Didáctica no siempre tuvo esto en cuenta. Por ejemplo, en un momento dado entró la Psicología, pero también entraron la Filosofía, la Sociología, la Antropología a incidir sobre las decisiones de la Didáctica. Ante esa complejidad, la Didáctica ha tratado, como siempre, de volver a la simplicidad y ha optado por una línea, en ciertos casos optó por la Psicología; más tarde optará por la Filosofía, luego, como casi en estos años, opta por la Sociología o por la Antropología. Creo que eso no es sano. No es sano porque le hace dejar en el camino una cantidad de cosas que no las entiende cuando las trata. Por ejemplo, en lo que respecta a las alteraciones en la conducta, yo no sé si en la Didáctica se plantean concretamente a qué se deben esas alteraciones. Se dice, “es chico maltratado”; puede ser y a veces lo es; pero no solamente el maltrato trae alteraciones. Puede ser el abandono, puede ser la falta de alimentación. Pero también puede ser, por qué no, lo que desde la escuela se le ofrece, que son contenidos que para el chico están –desde su propia cultura- totalmente vaciados. Cuando olvida esto, la Didáctica renuncia a tratar los problemas desde sí misma y desde la complejidad. En esa tendencia –que también la reconozco en mi trabajo en la Didáctica- por aligerar los contenidos con tal de no perder la línea de lo que debe hacerse, se pierde el pensar lo que quiere ser ese joven, ese niño formado para no sé qué.

Casi nunca se dice para qué se lo forma; se dice a veces para se un buen ciudadano, pero no se define qué es un buen ciudadano. Quedamos siempre con que las definiciones…o las haces vos desde tu práctica cotidiana, o no las hace nadie y quedan como que se sobreentienden cosas que no se entienden. Creo que es eso lo que está pasando en Didáctica, como que hubiera entrado en un camino cada vez más fisurado; pero es un camino legal, formal, tal vez el más seguro.

- En el siglo XX la Didáctica se vio enriquecida pero también invadida por la Psicología ¿Cómo han incidido, a su juicio, las teorías del inconsciente en las teorías de la enseñanza respecto de la relación norma – acción – libertad?

Creo que han tenido mucho que ver. Justamente este aspecto de la Psicología entro con fuerza en la educación a comienzos y hasta mediados del siglo XX; y se planteó el problema de que el sujeto naturalmente tiende a comprender la acción educativa. Eso es uno de los aspectos que ha tenido más fuerza la presencia del subconsciente y del inconsciente en la teoría pedagógica.

- Hoy hay diferentes perspectivas que ponen en cuestión los modos tradicionales de entender el control de las conductas humanas, en especial las de enseñanza y las de aprendizaje. En algunos casos se habla de “liberación de la libertad”. ¿Cómo analiza esta afirmación en el campo didáctico?

“Liberación de la libertad”, me parece un exceso. Es un exceso porque considero que esa afirmación lleva implícito entender que es posible imponer un código a la libertad, que la misma tiene sus alcances. Creo que la libertad es un proceso que no tiene fin; es un proceso en el cual el sujeto va implicándose cada vez más en el camino de adquisición de su propia libertad. En ese sentido, ¿cómo poner un coto? ¿Cómo poner un punto final a la libertad? En cambio, entiendo que la libertad es un quehacer que tiene principio pero no tiene fin; tiene fin sólo cuando el sujeto, o se cansa de trabajar para su propia libertad – que también es la libertad de los demás- o se cansa y sencillamente abandona el camino y dice “ya no va más”; entonces ya no tiene nada que hacer.

- En este momento ¿cómo entiende que se plantean las relaciones entre libertad, violencia y agresión en las relaciones escolares?

Creo que la agresión – para tomar sólo la agresión, que no es poco- está totalmente fuera del camino de la libertad. Creo que hoy, no es que se atente contra la libertad, sino que se la desconoce. Aquel que entra en el camino de la agresión, no entra porque quiere; puede entrar porque quiere al camino de la libertad, porque opta por ello, pero a la agresión no; en el caso de la agresión, está invadido por ella misma, por la agresión. Y además allí hay que reconocer múltiples factores que deciden – aunque el sujeto no se dé cuenta- su propia agresión, sus propias conductas agresivas.

Hoy tenemos en la escuela un alto porcentaje de agresión; ¿a qué se debe ello?, ¿cómo es posible?...Y eso le he discutido bastante, porque se piensa sólo en la violencia y en la agresividad del chico. Entiendo, sin embargo, que el chico no es el que inventó la violencia no la agresividad. Creo que él es un elemento pasivo sobre que se vuelca la agresión, aunque no lo hayan tomado conscientemente como el elemento sobre el cual desatar la violencia. Es necesario reconocer que la violencia se expande como el agua, y se expande porque es mucho más primitiva que la libertad. A la libertad hay que tener una decisión de ganarla, una decisión de involucrarse en ella. Con la violencia no pasa lo mismo. La violencia toma por asalto y uno comienza a responder de un modo totalmente irracional.

Libertad y violencia son dos cosas distintas. Por supuesto, en este mundo que vivimos hoy, la violencia es más dueña que la libertad; más dueña del hombre que la libertad.

- A su criterio, ¿qué búsquedas habría que procurar para construir un nuevo orden, otras relaciones entre normatividad de la acción y la libertad de los sujetos didácticos? ¿Qué caminos se podrían incursionar?

En esto considero que estamos pensando todos, porque en este desastre que vivimos, ¿cómo es posible poner un poco de orden? Se habla de un nuevo orden, pero siempre y cuando ese nuevo orden sea como el orden anterior, donde los pasos son pasos previstos, pasos formales. Con ellos volvemos a caer en esta especie de hecatombe que estamos viviendo.

Pensar en un nuevo orden no será pensar en el orden de siempre; en cambio, significará que el sujeto sepa más y mejor lo que tiene que saber. En el fondo es un problema de conocimiento. Existen tantas cosas que no conocemos…por ejemplo, vivimos con una normatividad de la cual no conocemos razones, los por qué. El día que podamos entender por qué vivimos de esta manera y para qué lo hacemos, creo que vamos a frenar un poco estos impulsos destructores que tenemos. Allí, tal vez, podremos empezar a pensar en hacer un mundo más vivible que el que tenemos hoy, siempre y cuando encontremos las líneas de un orden nuevo.

Chomsky dice que asistimos a una nueva forma de neocolonialismo, monopolizando la economía, endureciendo las relaciones de poder; se teme “correr el riesgo de que el poder del mundo tuviese en manos de naciones pobres” (Churchill), de tal manera que el poder y el gobierno estará en manos de los ricos. Así se construye el nuevo orden que se practicó siempre.

- ¿Qué opinión le han merecido estos últimos acontecimientos en relación con la violencia?

La manifiesto con una preocupación. A partir de lo que vivimos desde ayer, por este ataque a EEUU, que yo no lo llamo ni animal ni nada por el estilo, le llamo un ataque cobrándose cuentas muy viejas de EEUU, donde también hay una deformación del pragmatismo.

¿A dónde vamos a llegar con todo esto? Evidentemente se nos cambia la vida. El país más rico de la tierra, el país más poderoso, el que se ha metido en la vida de los otros países, ese país, solamente piensa en la revancha. No puede pensar que lo que se hizo con las Torres, lo que se hizo con el Pentágono, fue una consecuencia de una cuenta enorme, una cuenta consideral que le cobró – y no solamente en dinero- a los pueblos. Es una reacción de un pueblo, se llame como se llame, o se llamen todos los pueblos. Sin embargo, no podemos deformar la realidad, no podemos decir “EEUU que se merece tanto, tiene esta paga”. Yo creo que el pago resultará desmesurado, pero es el único que la gente ve desde su impotencia. Eso es lo que me preocupa. Me preocupa qué va a pasar.

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